martes, 9 de febrero de 2010

Una cena... un tanto peculiar.

Todos creemos que las cenas navideñas en nuestras respectivas casas son muy bonitas, claro, ni cocinamos, ni recogemos y evitamos comer las sobras dejándoles a otros el "privilegio". Pero en un piso de estudiantes esto cambia radicalmente.

En primer lugar, y pese a que lo intentamos, el tipo de comida no tiene nada que ver con el de casa, ni mucho menos. Intentamos ir al supermercado a por langostinos a la plancha, entrecot con salsa a la pimienta o un apetitoso pollo asado (comida que podríamos denominar "visual") pero acabamos con un bote de ketchup, filetes de pollo y queso en lonchas. Bueno, los más atrevidos se lanzan con la "chaka", que si, suena muy bien pero lo más elaborado del proceso es cocer dos huevos. Pese a ello estamos muy orgullosos de la gran cena que hemos preparado.

No se sabe por qué, pero estas cenas no son normales no, las cantidades son industriales. Es cierto que la navidad aumenta la bondad o el amor... ¡NO EL APETITO! Ya que esto no tiene remedio debemos pensar detenidamente qué vamos a hacer para la cena navideña, ya que será nuestro menú durante una semana como mínimo. Como ya he dicho en casa te escaqueas, pero aquí tenemos todos el mismo derecho a no comer, consecuentemente intentamos dividir al milímetro la comida que ha sobrado para que ninguno consiga beneficiarse intentando comer menos.

Otros aspecto a destacar es la decoración. Intentamos que parezca lo más navideño posible, pero en realidad usamos el mismo mantel de todos los días que, aunque parezca sorprendente, es de navidad (a estos pisos se trae los que sobra en las casas de cada uno de los integrantes). Pese a ello nos sentimos también orgullosísimos de nuestra decoración.

Como es común en la mayoría de los pisos universitarios tener el "culín" de alguna botella de alcohol dentro del frigorífico llega el listo que la saca, y lo que iba a ser una tranquila cena de navidad tras largas horas de estudio se convierte en un "guateque". La inlfuencia del alcohol obviamente tiene sus consecuencias, es decir, llega otro listo aficionado al fútbol (normalmente suelen ser del Real Madrid, a continuación entendereis por qué) que le da una patada a un vaso inocentemente colocado en el suelo. También puede ocurrir que la casa se llene de trocitos de huevo procedentes de la famosa "chaka".

Y lo peor aún está por venir, una cena navideña sea donde sea deja la casa patas arriba. En primer lugar parece que por la cocina haya pasado una manada de elefantes y en segundo lugar el torpe que antes hemos nombrado se ha limitado a "pasar un trapito" por el suelo, de modo que cada vez que pasas por esa zona tienes que aferrar tu pie fuertemente a la zapatilla para que no se quede allí.

Después de todo esto tus compañeros de piso te critican por poner villancicos, que probablemente sea una de las cosas que más tienen en común este tipo de cenas con las de nuestras casas.

Al final, el duro día de estudio pasa a ser una odisea que dura parte de la tarde, toda la noche y, en el caso de la comida, toda la semana.